viernes, 27 de junio de 2014

La cinta

Cuando los agentes de policía llegaron a la residencia, la puerta principal estaba exageradamente asegurada, las ventanas estaban enrejadas y no se escuchaba ni una sola alma en el interior de la casa. Tras traer el ariete y romper los seguros de la puerta, los agentes entraron a gran velocidad, recorrieron cada una de las habitaciones, y sin duda, el Sr.White estaba muerto.

El agente de policía Owen Pierce, con su pistola 9mm en la mano, abrió la habitación del propietario, para llevarse la horrible sorpresa de encontrarlo en su cama, totalmente pálido, y con su abdomen vacío. Las vísceras del Sr.W
hite estaban esparcidas por toda la habitación y un colosal río de sangre se deslizaba lentamente por las paredes del cuarto y los laterales de la cama. La estática del televisor sonaba de fondo, emitiendo un molesto zumbido.

El agente Owen sintió nauseas, era su primer caso de asesinato violento, pero no podía mostrarle a los más novatos fragilidad. Tras recoger el cuerpo y fotografiar todas las posibles pistas, los agentes descubrieron que había una cinta VHS en el reproductor. El agente Owen retiró la cinta, y la depositó en una bolsita transparente.

Eran las 5 de la tarde, y el agente Owen le correspondía revisar el contenido de la cinta, podría encontrar información valiosa para la investigación. Debía volver a la comisaría, no quedaba muy lejos y no era muy grande. La comisaría tenía solo una planta y un aparcamiento en su lateral derecho. Tras la entrada se encontraba la recepción, detrás de esta seguía un largo pasillo, de donde se ramificaban todas las oficinas. Al fondo del pasillo se podía girar a la izquierda o la derecha. A la izquierda se encontrarían los baños y una habitación de mantenimiento, en cambio, a la derecha se encontraría un arsenal, repleto de pistolas, escopetas, subfusiles, granadas letales y chalecos antibalas.

Eran las 10 de la noche, y en la comisaría solo se hallaban 5 personas, estas eran: el agente Owen, la agente Young en la recepción, el agente Moore, el agente Hayes y la agente Rivera.

El agente Owen se encontraba ya sentado en su costosa silla, muy mullida y hecha a cuero. Tenía un pequeño televisor al frente, junto a él se hallaba un reproductor VHS. El agente deslizó la cinta cuidadosamente en el reproductor y esperó unos segundos, la cinta funcionó. La fecha de filmación databa de hacía más de 10 años, era extraño. Un sonido se podía escuchar de fondo, una música macabra, que estaba acompañaba de unos gemidos, unos sollozos que le erizaban la piel al agente.

Era una habitación totalmente blanca, había una silla y en ella estaba sentada una mujer. Una máscara totalmente blanca cubría su rostro. La mujer lloraba, mientras enseñaba a la cámara las laceraciones que llevaba en todo su cuerpo. La mujer comenzó a recitar una especie de oración. En la oficina se sentía un ambiente frío, Owen Pierce estaba muy asustado y observaba como la mujer dejaba de llorar y comenzaba a emitir una risa maniática. De repente profirió un prolongado grito. El agente Pierce se cubrió los oídos con fuerza, mientras en la pantalla aparecían una serie de imágenes escalofriantes.

Las imágenes mostraban personas muertas, asesinadas de la misma forma que el Sr.White. Los susurros eran cada vez más fuertes, y Owen sentía como la habitación empezaba a temblar, como todas sus pertenencias comenzaban a vibrar, mientras las imágenes aparecían con aún más rapidez. De un momento a otro, todo cesó. El televisor solo mostraba una imagen, una horrenda cara sin ojos, de la cual salían lagrimas marrones. La cara profirió un horrible grito que reventó todas las ventanas, las bombillas y el televisor, dejando al agente totalmente a oscuras. El agente salió de su oficina, con los ojos rojos y con un fuerte dolor de cabeza, justo para descubrir que ya no se hallaba en el mundo real. El agente Hayes quería ver como se encontraba su amigo Owen, solo para encontrarlo muerto, con sus vísceras por fuera de su cuerpo.

-Autor: Andrés Jaramillo

martes, 10 de junio de 2014

*NOTICIA* Slenderman casi se cobra su primera víctima




Se han creado numerosas webs cuya temática son de terror, mitos y leyendas urbanas, donde cada una ha creado su propia historia, siendo una muy común el hecho de que un niño puede entrar a formar parte del reino de Slender Man si hace lo que él le dice. Incluso se puede leer que si le entregas la vida de una persona, podrás vivir en el reino de Slender Man.

Y precisamente esta última parte es la que se han debido tomar en serio dos niñas de Wisconsin (EE.UU.), las cuales están acusadas de tentativa de homicidio en primer grado después de apuñalar a una de sus amigas este fin de semana como una ofrenda a Slender Man.

Según publica Daily Mail, si son declaradas culpables, pasarán los próximos 65 años en la cárcel, ya que según la ley del estado, un niño de 12 años puede ser condenado como un adulto si es consciente del mal que estaba causando con sus actos. Y está claro que estas 2 niñas sabían que si apuñalaban a su amiga hasta la muerte, ese acto no tendría marcha atrás y que los daños serían permanentes.

La víctima ha sido apuñalada 19 veces, y según este mismo diario está herida de gravedad, quedándose a unos milímetros de la muerte al tener varias puñaladas cercanas a arterias críticas y corazón.

MI OPINIÓN PERSONAL
Me parece muy impresionante hasta que punto ha llegado la gente, pues llegar a casi cometer un homicidio por una historia que lo más probable es que no sea real, es algo muy preocupante pues si eso hace nuestra generación por algo que leyó en un foro, no me imagino lo que puede llegar a hacer una persona con una información más viable y además por muy viable que sea la información por la cual se comete un homicidio, éste es inaceptable, y aunque Andrés y yo escribamos todas estas "atrocidades", no deben afectar el instinto homicida del lector, ni queremos generar traumas... o si?



lunes, 9 de junio de 2014

Visita de cortesía





La helada ráfaga de viento golpeó el cuerpo de Vera cuando abrió la puerta de su económica habitación. Vera Carrington había decidido frenar el viaje por esa noche, por esa razón, decidió hospedarse en un pequeño motel a las afueras de un pequeño pueblo, que en sí, solamente tenía cuatro o cinco calles y avenidas. Era una pequeña localidad pasajera en la que se alzaban unos cuantos almacenes de cadena, así como unos cuantos restaurantes de las más conocidas capitalistas franquicias.

El motel era bastante pequeño, solamente tenía 10 habitaciones, equitativamente distribuidas en los dos pisos del motel. El chico de la recepción había sido muy amable, y tras pasar la tarjeta de crédito por el datafono, le entregó la llave que abría su habitación, ubicada en el segundo piso.

Tras tomar una ducha, Vera se había puesto su ropa de dormir y estaba dispuesta a ver un poco de televisión antes de que el sueño la venciera. Había ya trascurrido una hora, y el sueño nada que aparecía. Justo en ese momento, algo golpeó la ventana. Vera dio un respingo, se paró de la cama y retiró las cortinas.

El hombre la observaba fijamente. Su mirada fría y penetrante, lastimaba poco a poco la tranquilidad de Vera, la capucha y la máscara de gas evitaban que su identidad estuviera al descubierto. Era un hombre alto y bastante escuálido. La sudadera color carmesí que llevaba estaba cubierta de manchas más oscuras, que daban la impresión de ser sangre fresca. Todas sus prendas estaban cubiertas de esas manchas y los ojos azules brillaban en la penuria de la noche.

Vera sentía escalofríos, su cuerpo temblaba, sus manos palidecían, mientras un conjunto de manchas moradas aparecían en ellas. El hombre buscó en los bolsillos de la sudadera y sacó un crucifijo de madera y tras esto, retiro la parte inferior, dando a conocer una daga corroída por el óxido y manchada de la sangre de sus pasadas víctimas.

Vera tomó el teléfono, y tras intentar varias veces con el número de emergencias, decidió llamar a la recepción. Sin ningún resultado, Vera decidió volverse a asomar por la ventana. El hombre no estaba, había desaparecido en cuestión de un minuto. Vera recorría con su mirada todo el estacionamiento, tres segundos después, un bate de béisbol quebró la ventana de la habitación. Los vidrios rotos se incrustaron en la piel de Vera, quien, por acto reflejo, saltó de espaldas cayendo en la alfombra que cubría el piso de la habitación.

El hombre entró en la habitación, la máscara de gas que llevaba puesta emitía los sonidos que causaban su respiración. Vera estaba paralizada, pero reaccionó a tiempo antes de que el hombre tratara de asestarle un golpe en el cráneo. Vera giro en el suelo y comenzó a arrastrarse al baño, el hombre blandía el bate de un lado a otro. Vera logró levantarse y encerrarse a tiempo. El asesino golpeaba con fuerza la puerta, las astillas de madera volaban mientras el pestillo se debilitaba. Vera retiró la cobertura del inodoro y rompió una pequeña claraboya que se encontraba allí. Vera forcejeaba por pasar a través del apretado espacio. Cuando la puerta cedió, Vera ya había caído a una altura de dos metros y medio, por suerte, sobre una pila de toallas almacenadas.

El hombre atravesó la puerta y asomó la cabeza por la claraboya, justo para ver a la mujer corriendo por la parte trasera del motel. Vera agradeció haber caído de espaldas, solo se imaginaba haberse roto el cuello o mucho peor, haber terminado como un vegetal. Vera retiraba las astillas que se habían incrustado en su cuerpo y las gotas de sangre salían una a una, manchando la camisilla blanca que tenía puesta. Mientras corría, Vera tropezada con varios objetos que no podía reconocer a causa de la oscuridad.

Ella gritaba descontroladamente, quería que el hombre amable y guapo que la atendió saliera en su ayuda. Empujó la puerta de vidrio y allí estaba, de espaldas viendo la televisión. Vera comenzó a llamarlo, pero él seguía ensimismado en la serie televisiva, daba la impresión de que estaba en sueño profundo. Ella caminó rápidamente, posó su mano sobre el hombro del mancebo y giró la silla.

Vera se llevó una mano a la boca, sus lágrimas comenzaron a derramarse por sus mejillas. La mirada del hombre estaba perdida, su cuerpo pálido y su mano sostenía su propio corazón, recién arrancado. Ella sollozaba y maldecía, extendió la mano y alcanzó el teléfono del escritorio. Marcaba los tres dígitos de emergencias, cuando recibió un puñetazo directo en el cachete, desprendiéndole tres dientes.

Vera cayó y comenzó a arrastrarse mientras escupía una gran cantidad de sangre y sus tres dientes. El hombre ahora tenía un hacha antiincendios, la cual acariciaba de lado a lado. Vera intentaba alejarse, pero el hombre la agarró del pelo y la levantó en un instante. Ella forcejeaba, pero el hombre, a pesar de no aparentarlo, tenía una fuerza colosal. El hombre la sacó de la recepción y la lanzó al estacionamiento, ella intentó levantarse, pero el hombre le propinó un rodillazo en la nariz, reventándola en el acto.

Las lágrimas saladas se mezclaban con la sangre de Vera y estas caían en el suelo, dejando una especie de caminito. El hombre tomó a Vera de la camisilla, y la lanzó contrala parte trasera de una antigua camioneta, tumbando una caja de herramientas. Se encontraba de nuevo en el suelo, acostada de espaldas viendo como su asesino alzaba el hacha para darle el golpe de gracia, pero justo antes, Vera tomó el serrucho que antes estaba en la caja y rajó la pierna del hombre.

El hombre vociferaba, Vera corrió hacia su automóvil y reventó la ventana, abrió la puerta, la cerró y buscó las llaves, por suerte, siempre las dejaba en su auto. Vera salió rápidamente del estacionamiento y ya se encontraba a distancia del motel, observaba periódicamente por el retrovisor mientras avanzaba, en una de esas miradas se llevó la muy grata sorpresa de encontrarse a su admirador número uno en el asiento trasero, que se abalanzó sobre ella, tratando de estrangularla.

Vera aceleró el vehículo, forcejeaba por intentar liberarse del maniático, el volante giraba de un lado al otro, en uno de estos repentinos giros, el asesino perdió el equilibrio y cayó sobre el asiento de acompañante. Vera se colocó su cinturón de seguridad y pisó el acelerador a fondo, dirigiéndose directamente contra un frondoso plágano que crecía justo al lado de la vía. El asesino volvió en sí y sacó su daga de la sudadera. Ella forcejeaba por evitar una puñalada. Sin embargo, iba perdiendo la batalla, su asesino le propino un gancho en el estómago justo antes de salir despedido por el cristal delantero.

El golpe había sido colosal. El airbag se había disparado evitando que Vera se fracturara el cráneo contra el volante, además, el cinturón la protegió del destino que se había llevado su asesino. El maniático salió despedido del vehículo, rompió el vidrio y tras eso se estrelló directamente contra el árbol. La cabeza del hombre se volteó de una manera anormal y ahora yacía en el suelo, con el cuello totalmente fracturado, derramando una gran cantidad de sangre por su boca, inundando el interior de la máscara.

Vera abrió la puerta del vehículo y comenzó a cojear lo más rápido que podía, a lo lejos podía ver un cartel de neón, de una de las franquicias de comida rápida más famosas. La alegría de Vera era de magnitudes gigantescas. Cuando se hallaba cerca comenzó a gritar:

-¡Ayúdenme por favor! ¡Quieren asesinarme!- Tres personas salieron del local, una mujer cajera y dos hombres: uno de mantenimiento y otro cajero.

La ayudaron a entrar y la sentaron en una banca, el cajero fue por un botiquín de primeros auxilios mientras el de mantenimiento y la cajera le preguntaban acerca de lo sucedido. Vera balbuceaba lo que podía, decía que un hombre alto con una horrenda máscara de gas quería asesinarla. La cajera se vio conmocionada, el hombre de mantenimiento ya se dirigía a llamar a la policía, cuando su compañera de trabajo sacó una 9mm y le propinó dos disparos en la espalda.

Vera soltó un grito, mientras la cajera se dirigía hacia el hombre y le propinaba un tiro en la cabeza. El otro cajero salió de la habitación donde se encontraba para recibir un balazo que le atravesaría el ojo, generando una explosión de sangre a sus espaldas. Vera chillaba mientras la mujer se volteaba y sacaba la misma daga de su asesino:


-Terminaré lo que él no pudo terminar- La cajera deslizó el cuchillo por la garganta de Vera, cercenando la traquea de la chica. Vera intentó detener la hemorragia, pero era demasiado tarde, lo último que vio era la torcida sonrisa de la cajera.

-Autor: Andrés Jaramillo

lunes, 2 de junio de 2014

Teléfono


Robert estaba en su habitación, su esposa, Caitlyn estaba a punto de llegar del trabajo, así que se puso a ver televisión mientras la esperaba, siguió esperando por 1 hora, pero su esposa debía de haber llegado hace media hora, la llamó a su celular, pero no contestó, entonces se empezó a preocupar, pues ella nunca dejaba de contestar su celular, entonces oyó el telefono de la casa sonar, contestó, pero al principio solo oyó un zumbido, después de unos instantes una voz susurrante, tan susurrante que no se alcanzaba a entender lo que decía, fue subiendo el tonó de voz hasta que Robert entendió lo que decía, decía -Ayúdame-, luego, cuando estuvo en un tono de voz normal lo repitió otras tres veces, luego se volvió a oír el zumbido durante unos 5 segundos para finalizar la llamada con un aterrador y ensordecedor grito que dejó a Robert pasmado, este grito, como los demás, decía Ayúdame.

Entonces, Robert colgó el teléfono, y estuvo asustadísimo durante los siguientes 10 minutos que pasaron, pero su susto apenas comenzaba, pues Caitlyn estaba a punto de llegar, cuando oyó el auto apárcandose, lo cual lo calmó, pero esta calma no duraría por mucho. Robert se sentó en la cocina mientras oía a Caitlyn introducir la llave  en la cerradura y abrir la puerta, a Robert le sorprendió el hecho de que Caitlyn no dijera -Estoy en casa- o -Ya llegué-, cómo siempre lo hacía, pero eso sólo lo dejo aturdido, lo que le dió un susto infernal fue su aspecto, tenía los tobillos girados 90 grados y tenia un liquido espeso en la boca, al entrar del teléfono por el que había contestado la llamada extraña, salió un grito, y se vio físicamente en forma de un alma con la forma de Caitlyn, éste grito entro a la boca de Caitlyn y entonces volvió a la normalidad, vendieron el teléfono, pero se han presentado más casos, con el mismo tipo de teléfono.

-Autor: Carlos Buitrago
*Imagen tomada de: http://mm.queaprendemoshoy.com/wp-content/uploads/2012/06/telefono-antiguo-23.jpg

domingo, 1 de junio de 2014

Dross cuenta tres historias de terror 2

Hola a todos,

Aquí les traemos otro video de Dross cuenta tres historias de terror. Lo recomendamos a todos ustedes, ojalá lo disfruten.


El vídeo es propiedad de DrossRotzank

*Canal de Dross: https://www.youtube.com/channel/UCNYW2vfGrUE6R5mIJYzkRyQ
*Equipo El Rincón Maldito